
Las plantas no son fármacos

Las plantas no son fármacos
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Las plantas, a diferencia de los medicamentos, son seres completos con consciencia e inteligencia, capaces de abordar desequilibrios energéticos antes de que se manifiesten en el cuerpo físico.
No sé ustedes, pero la educación que yo recibí me enseñó a pensar en el cuerpo como una máquina a la que hay que mantener medianamente sana para que no sea un inconveniente… en otras palabras, para que podamos ignorarla mientras la cosa funcione bien. Uno de los muchos problemas con esta visión mecanicista del cuerpo humano es que nos inclina hacia un tipo de medicina que se centra en reparar o reemplazar las «piezas» o componentes individuales que no trabajan correctamente.
Algo así:
Ouch, mi estómago = Algo le pasa a mi estómago = Qué pastilla para el estómago me puedo tomar.
Cuando es un episodio puntual y necesitamos que se resuelva rápido, parece obvio tratar el órgano afectado con un fármaco, pero en casos crónicos la cosa suele tener su causa en niveles más profundos a los que la medicina convencional no ha podido llegar.
Lo más curioso es que tenemos tan introyectado este sistema de pensamiento reduccionista que incluso muchas veces en fitoterapia se trabaja igual, como si las plantas fueran medicamentos, PERO NO LO SON. Lo cierto es que trabajar con plantas como si fueran fármacos es desconocer su poder.
En mi sentir, un fármaco es medicina muerta, carece de inteligencia y de sensibilidad. Aunque sea extraído de plantas, está desconectado de su energía vital y por eso a nuestro hígado le toca hacer un trabajazo para metabolizarlo.
Por el contrario, una planta es un ser completo, sabe a dónde dirigir su energía, tiene una inteligencia innata que trabaja a nivel físico pero que sobre todo puede sanar el espíritu. Su medicina está viva y nos regala un espacio para preguntarnos: «De dónde viene realmente este malestar».
Las plantas nos enseñan que cuando un desequilibrio se manifiesta en el cuerpo físico es porque lleva algún tiempo alojándose en cuerpos más sutiles, que es donde verdaderamente actúan estas maestras medicinales. Si nuestro estómago duele cada dos días, con seguridad el problema no está en el estómago. El estómago es solo el lugar físico en el que un desequilibrio energético ha encontrado la manera de manifestarse para que nuestra consciencia burda pueda ponerle atención y trabajarlo. En otras palabras, deshacernos del síntoma es como desconectar la alarma cada vez que suena, pero llega un momento en el que vamos a tener que preguntarnos qué es lo que la está disparando y créanme, la medicina alopática muchas veces no tiene la respuesta.
Ahora bien, ¿qué dice la ciencia? Aún no hay consenso sobre estas cosas. Pero si les interesa, les recomiendo buscar los experimentos e investigaciones de biólogos y neurocientíficos como Bruce Lipton, Rupert Sheldrake, Barbara Brennan, Joe Dispenza o Shamini Jain. Esta gente tiene una perspectiva súper interesante sobre cómo se relaciona nuestro cuerpo físico con nuestros cuerpos energéticos (pensamientos, emociones,…), y están a la vanguardia de nuevas perspectivas sobre la consciencia y la salud.
De cualquier manera, mientras la academia se pone de acuerdo en todas estas cuestiones invisibles, yo les digo: una parte del camino hacia este conocimiento no es mental y no pasa por laboratorios. Verifiquen por ustedes mismos y dejen que esa prueba sea su verdad.
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