Quiénes son las Artemisias

Quiénes son las Artemisias

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Los antiguos las llamaban las herbarum matrum: plantas capaces de cuidar la fertilidad, pero también de destruirla.

Hoy quiero hablarles de un grupo de plantas muy poderosas, las conocidas Artemisias.

 

Existen más de 400 especies en este género y no en vano su nombre científico nos recuerda a la diosa griega Artemis, protectora de la naturaleza, los bosques, el terreno virgen, los partos y la fertilidad. Hoy conocemos varios mitos que ilustran bien las cualidades de esta diosa indomable y que nos revelan por qué era venerada tanto por su compasión como por su venganza. Veamos dos:

El nacimiento de Artemisa

Según la mitología griega, Leto era una amante de Zeus, el rey de los dioses, y quedó embarazada de gemelos, Artemisa y Apolo. Hera, la esposa celosa de Zeus, prohibió que Leto diera a luz en cualquier lugar bajo el sol. Después de mucho vagar, finalmente encontró refugio en la isla flotante de Delos, esperó que se ocultase el sol y dio a luz a sus hijos, primero a Artemisa y, luego, con ayuda de esta, a Apolo.

La venganza de Artemisa

Este es uno de los mitos más famosos sobre la diosa griega, y dice así: Acteón era un cazador que tuvo la desgracia de ver a Artemisa bañándose desnuda en un arroyo. Enfurecida por tal indiscreción y violación de su intimidad, la diosa lo transformó en un ciervo. Convertido en esta criatura, fue cazado y devorado por sus propios perros de caza, pues lo confundieron con una presa. 

 

De estos dos episodios podemos sacar un par de conclusiones sobre Artemisa. Primero, es sin duda una diosa de connotaciones lunares (su madre no pudo dar a luz bajo el sol) algo que nos habla de sus cualidades intuitivas, su sensibilidad emocional y su conexión con los ciclos de la naturaleza femenina. Segundo, Artemisa nace en un lugar aislado para asistir en el parto de su hermano, Apolo. Esta diosa tiene fuerza maternal e instinto de protección, no solo de la fertilidad, sino también del terreno virgen y de la intimidad. Esto último lo vemos exaltado en el mito de Acteón, que nos habla de una defensa feroz de la privacidad y de su habilidad para transformar y controlar la vida salvaje.

«Diana (Artemis) cazadora», Rubens (1620).

Ahora, ustedes se estarán preguntando qué tiene todo esto que ver con las plantas. Pues bueno, los antiguos, que conocían bien los poderes de esta diosa griega, vieron sus cualidades manifestadas en algunas hierbas y las llamaron Artemisias o herbarum matrum («hierbas madre»), plantas capaces de cuidar la fertilidad, pero también de destruirla. 

 

De entre todas ellas, el ajenjo (Artemisia absinthium) era considerada la más poderosa y formaba parte del botiquín femenino por excelencia. Hoy sabemos que esta y otras del género Artemisia tienen propiedades emenagogas, es decir, regularizan el ciclo menstrual, pero también pueden ser abortivas. Son plantas que mueven mucho la sangre, especialmente en la zona pélvica, así que estimulan las contracciones uterinas. Además, algunas tienen compuestos activos que equilibran los niveles hormonales y ayudan a aliviar procesos de inflamación. 

 

Otra de las cualidades más características de las Artemisias es el color de sus hojas, que tienden a ser de tonos verdes plateados o grisáceos como resultado de una fina capa de pelos o tricomas que cubren la superficie. Y vean lo curioso: este recubrimiento piloso no solo les da un aspecto plata reflejante, sino que las protege de la radiación solar intensa, y cómo no, si al igual que Artemisa son hijas de la lunaaaaa. 

 

Y por último, les cuento un detalle más sobre mi Artemisia favorita, el ajenjo. Si han chismoseado por ahí este proyecto, sabrán que esta fue una de las primeras plantas con las que establecí un vínculo especial. Su sabor amargo me impactó muchísimo y me dediqué a investigar su magia según nociones de herbalismo sagrado. Una de las cosas que encontré, y que me hizo muchísimo sentido, es que el ajenjo nos ayuda a poner límites y a reafirmar nuestra presencia.

 

Si quieren saber más acerca de la medicina energética de esta planta, le dedicaré o le dediqué (depende de cuándo estén leyendo esto [el tiempo no existeeee ehhh]) un espisodio a mi querido ajenjito en el pódcast de Hierba Santa.

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